La hominización es el producto de un proceso de evolución biológica, que tranformó a los primates en seres humanos.
Como proceso de evolución cultural no solo se basa en cambios anatómicos o físicos, sino también a cambios etológicos o de conducta no innatos, sino culturales, que se transmitieron tanto en cultura material como en el lenguaje, la organización social, las mentalidades, las tradiciones y todo tipo de formas de relacionarse entre sí y el medio natural.
Las mayores diferencias se dan en el esqueleto, como las extremidades inferiores, las superiores, en el cráneo, la pelvis o el canal de parto. También sufrieron un cambio en el aumento de la capacidad craneal y la pérdida del vello corporal.
Pero aparte de estas ventajas que ayudaron a los humanos a adaptarse, también sufrieron una serie de desventajas, no somos ni muy fuertes ni rápidos, carecemos de garras o cuernos para defedernos, nuestra piel no nos protege del frío... Además nacemos indefensos e inmaduros. Por lo que el ser humano a parte de este proceso de hominización adoptó la humanización para alejarse de sus orígenes animales y utilizar la cultura para transformar el medio y adaptarse así a él.
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